Co-organizado por el proyecto Gi2030 (línea de «comunidades vivas», financiada por la DFG) y el Seminario Abierto de Filosofía, hemos tenido una sesión con Juan Manuel Zaragoza (Universidad de Murcia) en torno a la «sociología de las asociaciones» de Bruno Latour.
Uno de sus momentos más interesantes fue suscitado por una provocadora metáfora del propio Latour: un avión suspendido entre lo local y lo global, sin un destino claro. Un viaje que simboliza nuestra época de transición, donde los conceptos tradicionales de espacio, territorio y conexión se desdibujan, y la necesidad de reconfigurar lo “terrestre”.
En ese contexto, Zaragoza desgranó la figura del curador-diplomático como un agente capaz de tender puentes entre universos divergentes. No se trata solo de organizar una exposición, sino de crear un «espacio cosmopolita» donde diferentes prácticas y saberes pueden coexistir, aunque sea temporalmente.
La estética fue otro eje central. Latour reclama una nueva forma de representación que integre tres dimensiones: la estética científica, política y artística. Su objetivo: aumentar nuestra sensibilidad hacia las complejas interconexiones entre elementos humanos y no humanos.
Un momento especialmente revelador fue cuando Zaragoza explicó la metáfora de la Tierra como una «piel» de apenas 4-5 kilómetros de profundidad: la Zona Crítica. Una imagen que desafía nuestra concepción tradicional del planeta, presentándolo como un ecosistema frágil y delicadamente interconectado.
Las exposiciones, según Latour, se convierten en laboratorios experimentales donde explorar conceptos abstractos: el cambio climático, las mutaciones ecológicas, las transformaciones políticas. No se trata de transmitir un mensaje, sino de exponer las contradicciones y complejidades de nuestro tiempo.
El ponente rescató ejemplos fascinantes, como el “Teatro de las Negociaciones” que en 2015 simuló una cumbre climática reuniendo no solo estados y activistas, sino también al océano y las petroleras como «agentes» con voz propia. Una representación que desafía los límites tradicionales de la narrativa política.
La figura de Isabel Stengers fue también invocada, con su concepto de «ecología de las prácticas», que rechaza la jerarquización y promueve la coexistencia de diferentes formas de conocimiento.
El seminario concluyó con una reflexión sobre el papel del humanista-diplomático en tiempos de crisis. Latour propone abandonar la nostalgia de mundos perdidos —sea lo local tradicional o el sueño globalizador— para inventar nuevas formas de asociación.
Un viaje filosófico que transformó nuestra mirada sobre los espacios expositivos, convirtiéndolos en algo más que meras exhibiciones: en verdaderos territorios de experimentación social y política.